viernes, 26 de febrero de 2010

Derechos humanos: otro nieto recuperado, el 101

En visperas de un nuevo aniversario del último golpe de estado, el más atroz de nuestra historia, les propongo este video como disparador del debate. Me pareció importante porque aparecen conceptos desvalorizados por algumos grupos de poder (no ingenuamente), conceptos que tienen sus repercuciones en la actualidad: por ejemplo, el concepto de MEMORIA: el qué, el por qué, el para qué, y el cómo.

los derechos humanos y los medios

miércoles, 17 de febrero de 2010


PARA  ANALIZAR

Extraido de ARGENPRESS.info
Las dificultades del presidente electo en Chile. Las contradicciones del estado liberal
Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

A Sebastián Piñera el presidente electo en Chile el 17 de enero, vencedor con una estrecha mayoría de poco más de un 3 por ciento, antes que asuma el 11 de marzo, se le está formando una oposición al interior de su coalición.


El debate es interesante. Chile, al representar uno de los modelos de centro izquierda más eficaz por mantenerse en el poder 20 años, también el vuelco hacia la derecha y el neoconservadurismo que llevó a Piñera a la presidencia, lo convierte en una cápsula representativa de las contradicciones del estado liberal.

La probeta Chile. Aunque como marco general, veamos lo que sucede en EEUU, el país que más gravita, cuya crisis política tiene repercusiones de diferentes dimensiones en el resto de los países.

Independiente de las fortalezas y precariedades de cada nación, desde Honduras hasta EEUU, pasando por las rencillas internas de la Comunidad Europea, lo que se destila en los fenómenos políticos, es la crisis del estado liberal moderno.

En sus últimos discursos, Barak Obama apuntó a un tema central que muchos no advierten porque a EEUU sólo hay que verlo como la potencia imperialista y nada más: Si el actual sistema económico opera sobre un sistema político abierto, o funciona bajo una dictadura disfrazada, en poder de los grandes consorcios financieros y las grandes compañías manufactureras y de servicios.

En su mensaje a la Unión, dejó entrever entre líneas, las dificultades que enfrenta para implementar una agenda con pequeñas reformas a la matriz del sistema, y la percepción de que cada vez más se debe negociar con una agenda neoconservadora impuesta hace décadas.

Aparte del rol que le incumbe al estado, es así que al discutir las características actuales de los sistemas políticos, emerge el dilema de fondo del estado liberal en las actuales condiciones que impone el sistema económico.

Un número no despreciable de políticos evitan posicionarlo como tema de debate porque pocos están dispuestos a hacerse el harakiri.

“El estado liberal tiene algunas fisuras, necesita de algunos ajustes, pero no está en crisis y cuando las hay se fortalece”, es el predicamento de un mundo amplio.

En qué consiste la actual crisis del estado liberal sucintamente. La política de los últimos 25 años, desde las bases del estado liberal no puede sustentar (políticamente) el sistema económico impuesto en la década de los 80. La política no puede reinventarse sin hacerle modificaciones. El estado liberal aspira también a la justicia social y la matriz sin cambios no lo permite.

Conociendo esta dificultad estructural, el presidente electo en Chile que pretende atrapar el centro político –figura teórica desdibujada por la polarización que demanda el sistema- apuntó a un mensaje sencillo que prendiera en la población.

El que dio más frutos electorales giró alrededor de “forjar una administración pública más vigorosa, eficaz, lejos de las parcelas políticas y el descuartizamiento por cuoteo político”.

Insistió que la administración pública pertenecía a todos los chilenos para servirlos y no que los partidos políticos se sirvan de ella.

El concepto tuvo efecto precisamente porque se observaba que los estancos de clientelismo político, le hacían daño al patrimonio de la función la pública que le pertenece al ciudadano.

No fue un mero guiño, tiene un planteamiento agresivo respecto a cómo administrar mejor el sistema.

Frente a la decadencia administrativa del modelo derrotado, Piñera piensa que el rigor de la gestión empresarial mejora la administración del estado.

Sin embargo la crítica más enconada a ésta tesis, que es tan vieja como el capitalismo mismo, proviene de su propia coalición con algunos apoyos de la coalición de centro izquierda que sale pronto del gobierno.

El reclamo es que en su gabinete escasean la política y los soldados de terreno, y ven en la excelencia de la gestión empresarial destilada de los avatares políticos, un gran problema.

En la controversia se percibe una inconsistencia entre el “concepto vendedor” y lo que se vislumbra a partir de los reclamos de un parte central de sus partidarios para el regreso de la política en los asuntos de estado, un eufemismo para acceder al botín de los ministerios

Un periodista ironizó: “Es la primera vez que los nombrados en el gabinete pisaban el centro de la capital repleto de contradicciones sociales y económicas o salían de sus espacios privilegiados de sus empresas y academias”.

Otros comentaron el gabinete desde una sociología de las clases sociales muy arcaica, condicionando la visión y las capacidades a determinada clase social e ideología política. Si se es rico y de derecha se cerró la puerta para beneficiar a los más pobres.

En el gabinete predomina una mezcla de académicos de alto nivel, empresarios y profesionales exitosos trabajando para grandes compañías, la verdadera Elite del Poder que describe Charles Wright Mills.

Es absurda la crítica de que no hay políticos, porque para ser empresario con éxito hay que ser un buen político primero.

También la crítica surgió de quiénes sostienen que los partidos políticos son los únicos o más eficaces fiscalizadores del uso del bien público. Otra falacia del mundo corporativo creado alrededor de la función política, muy apoyada por los medios.

Sin embargo la crítica más preocupante proviene de los arquitectos de la campaña de Piñera.

Le exigen al líder espacio para sus propios diseños internos. Insisten en la concepción estamental del partidismo, y detrás del argumento de la política y la democracia está el predicamento que se oculta al público: “Este terrenito para mí, este otro para el otro y para el otro…”.

Se le llaman espacios para negociar, sin embargo se manifiesta la apetencia por la fábrica de poder. El Estado continúa siendo el empleador más poderoso y estable aunque no necesariamente el que remunera más. Por ejemplo, cerca de 98.000 (97.776. GOCH) son los funcionarios a contrata que pueden cambiar, además de los que están a honorarios, otras decenas de miles.

El problema subyace en dos ejes que se contraponen.

Uno, la identidad (política) del político chileno que es elegido para resolver problemas (la contingencia).

El otro es el tema pendiente: “A qué sociedad aspira el chileno”. Está demostrado que resolver problemas no compatibiliza con la aspiración mayor, de allí el tema de la identidad y la levedad.

Una administración más eficaz y neutral respecto a los partidos, podría aparecer banal frente a la pregunta mayor, sin embargo fue el mensaje que le dio el plus a Piñera: “ Por favor mejore al menos la administración pública. De allí partimos para resolver otros problemas, e imaginar qué sociedad queremos”.

La aspiración de mejorar una administración pública vapuleada por la política, se transforma en un ejercicio metodológico casi imposible, precisamente por tener a esa política derrotada inserta en la toma de decisiones. Este terrenito para mí el otro para vos.

El empecinamiento por reafirmar esa identidad política con su pragmatismo inmediatista derrotado, es la insoportable levedad política del ser en el estado liberal actual. No hay consistencia mínima.

Aparece retratada en la magistral novela de Milan Kundera “La insoportable levedad del ser”, cuyo título se parafrasea constantemente. El punto central es la política vista en los circuitos más próximos que rodean al ser y sus afectos.

La sociedad presiona esos circuitos para que el individuo cada vez analice menos. Entonces explota en un libertarismo que es la levedad del ser: no sabe dónde está y hacia dónde va.

La actual coyuntura país, y observando la gran coyuntura mundial permite reiniciar ese debate de: “A qué sociedad aspiramos”. Con menor levedad, sería lo ideal.