Hace unos cuantos años, cuando comencé a estudiar Kant,
Amarilla, de no ver la luz del sol por estar tratando de entender que decía; con anteojos, pues imposible que no se crucen los ojos, y ...con la boca abierta! cuando comencé a darme cuenta de la GENIALIDAD de su pensamiento!!!
Aquí les dejo un texto de Guillermo García Domingo, que les explicará al famoso alemán...!!!
Apuntes de Kant. Por Guillermo García Domingo
En Kant coinciden tres caminos distintos. En primer lugar el citado racionalismo que fue objeto de sus desvelos en su juventud y su primera época de docente universitario; el racionalismo con su fe ciega en las posibilidades infinitas de la razón humana, en la versión de Leibniz-WolffBaumgarten.
En segundo lugar la corriente empirista representada por aquel que llevó hasta el final, valientemente, todos sus planteamientos, nos referimos al pensador escocés David Hume. Este sólo atribuía capacidad de conocimiento a nuestras impresiones sensibles, y ya que era imposible poseer impresiones directas de los objetos de estudio de (los que se ocupaba) la Metafísica, el siguiente paso era inevitable: el más absoluto escepticismo metafísico. El ejemplo más radical de este escepticismo está representado en su crítica del principio de causalidad: no hay ninguna impresión de que un fenómeno cause otro fenómeno, solo una sucesión temporal ordenada de impresiones que nosotros asociamos en la idea
compuesta de causalidad, nada más. Este autor le ayudó a Kant a despertar del dogmatismo racionalista.
De las dos maneras de entender el conocimiento Kant sacó provecho debido a su
admirable sentido común, para afirmar con unos (los racionalistas) las verdaderas
posibilidades y potencialidades de la razón humana sin olvidarse tampoco, como
defendían los empiristas, de los límites de la razón. He aquí el programa filosófico de
Kant. Sin embargo aún falta el modelo que inspiraría su nuevo pensamiento.
Este modelo es la física matemática newtoniana, de la que Kant era un gran
admirador, de hecho, como veremos al estudiar la Crítica de la Razón Pura, los juicios
científicos descritos por Newton son el modelo que deben seguir todas las ciencias. En
su física encuentra la universalidad, regularidad y necesidad que echa en falta en la
Metafísica.
Además de estas influencias que vamos a catalogar como mayores no hay que olvidar lo que ya dijimos a propósito del movimiento ilustrado. No podemos dejar al margen a un autor que logró algo inaudito, que Kant suspendiese su paseo vespertino, y eso fue la lectura de “el Contrato Social” de Rousseau. Seguramente el humanismo de Kant y su admiración por la dignidad humana tengan mucho que ver con el autor francés.
Kant, en sus cursos de Lógica dejó por escrito las tres preguntas que inquietan a cualquier ser humano que se interrogue sobre sí mismo:
- ¿Qué puedo conocer?
- ¿Qué debo hacer?
- ¿Qué me cabe esperar?
A la primera pregunta intenta responder en su primera obra del período crítico:
“Crítica de la razón pura” (1781- revisada en 1787), en la que se va a plantear cuáles
son los límites de nuestro conocimiento y sus verdaderas posibilidades; es, en definitiva,
una teoría del conocimiento que permite responder satisfactoriamente a la citada
pregunta.
A la segunda pregunta, Kant se dispuso a responderla, en orden cronológico, con
“La fundamentación de la metafísica de las costumbres” (1785) y la “Crítica de la razón
práctica” (1788).
En ellas reflexiona sobre los principios de la moralidad, por lo tanto son ensayos
de Ética. En el fondo, Kant va a investigar sobre los dos usos que pueden hacerse de
la razón humana: su uso teórico, cuando la utilizamos para conocer el mundo
circundante y el uso práctico cuando utilizamos la misma razón para actuar
correctamente en las decisiones que jalonan la vida. La razón es bicéfala, por tanto.
La última pregunta se solapa con el uso práctico de la razón y atiende a
cuestiones religiosas y sociales abordadas en otras obras menores pero interesantísimas
de Kant (como “La religión dentro de los límites de la mera razón”, “Sobre la paz
perpetua” y otras).
¿Qué puedo conocer?
Fieles al programa de Kant, empezamos por afrontar esta pregunta conforme a
las distintas partes del libro donde intentó responderla. Como dijimos antes, Kant no se
dejó engatusar por el dogmatismo racionalista que no ponía techo a la capacidad de
nuestra propia razón ni tampoco defendió el escepticismo hacia el que nos conduce sin
remisión el empirismo de Hume. La razón puede pero hasta un límite. Esta confianza en
la razón le fue restaurada a Kant gracias a la obra científica de Newton. En ella encontró
el modelo racional a imitar. El conocimiento era posible pues así lo atestiguaba la física
de carácter matemático de Newton.
No hay mejor medio de comenzar que analizar esta ciencia elaborada por Newton.
La ciencia se basa en juicios.
Un juicio es afirmar algo acerca de alguien o algo. Predicar algo de un sujeto determinado. Decir algo objetivo sobre algo. Kant distingue al menos dos grandes clases de juicios: los llamados analíticos y los sintéticos.
Los juicios analíticos son aquellos en los cuales el predicado está contenido en
el sujeto, esto es posible puesto que el predicado no es más que una explicitación de las
notas esenciales del sujeto: un triángulo es un polígono de tres lados (La
fuente de las letras distinguen al sujeto del predicado). El predicado ya está contenido
en el sujeto, luego la conclusión es inevitable: el sujeto y el predicado son lo mismo. A
esto se le llama en lógica (que estudia la manera correcta de hacer juicios) tautología.
Estos juicios no pueden equivocarse nunca pues si dices que algo es igual a sí mismo,
siempre es correcto; es universalmente válido, sin excepción, afirmar que algo es
idéntico a sí mismo. Los juicios analíticos son verdaderos necesariamente y de manera
universal. Ojo, sin embargo, adolecen de un inconveniente: no nos permiten avanzar en
el conocimiento pues no nos dicen nada que no sepamos ya, no nos ofrecen nueva
información que no esté contenida ya en la esencia del sujeto.
Los juicios sintéticos, en cambio, son aquellos que nos dicen del sujeto
atributos, predicamentos que no sabíamos antes, nos aportan una información nueva que
no estaba latente en el sujeto desde antes. Y esto es así porque se basan en la
experiencia sensible y particular de nuestros sentidos. Su validez se resiente por esto
pues no podemos extender su validez hasta todo el universo, sólo a esta experiencia
particular y contingente, aquí y ahora. Un ejemplo de esta clase de juicios es: “el
calor dilata los cuerpos”. La segunda parte (el predicado) no está incluida en el
sujeto, es un añadido, fruto de la observación que hemos realizado empíricamente.
He aquí la clave de resolución del problema: averiguar si existe una clase nueva
de juicios que nos asegure un progreso en nuestro conocimiento como hacen los juicios
sintéticos y, al mismo tiempo, sean universalmente válidos y necesariamente verdaderos
como lo son los juicios analíticos. Estos juicios deberían ser sintéticos “a priori”
(significa que tienen las características ya mencionadas de los juicios analíticos y no han
sido extraídos de la experiencia sensible). Estos son, precisamente, los juicios de la
física newtoniana como “la línea recta es la más corta entre dos puntos”. Este es el
llamado Faktum (hecho probado, incontestable) a partir del cual comenzar la teoría del
conocimiento de Kant.
La “Crítica de la razón pura” (KRV) va a pretender averiguar si son posibles
estos juicios sintéticos a priori en cada una de estas disciplinas: las matemáticas, la
física y la metafísica. Si la respuesta fuera afirmativa entonces estas disciplinas podrían
considerarse ciencias. Cada una de las partes de este libro: Estética trascendental,
Analítica trascendental y Dialéctica trascendental corresponde con la investigación
acerca si son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas, la física y la
metafísica respectivamente.
Estética trascendental:
Bajo este título se encuentra el estudio de una de las facultades del conocimiento
llamada sensibilidad5
De ahí el nombre de “estética” pues proviene del término griego
“aisthesis” que significa sensibilidad, capacidad de percibir sensiblemente. El adjetivo
“trascendental” tiene una acepción bien distinta a la que solemos atribuirle, significa las
condiciones que hacen posible nuestro conocimiento sensible, aquellas condiciones “a
priori” (porque no provienen de la experiencia sino que están previamente en cada uno
de nosotros) que posibilitan la emisión de juicios sintéticos a priori.
Todos os preguntaréis qué relación hay entre la sensibilidad y las matemáticas.
La respuesta tiene que ver con el espacio y el tiempo que son las intuiciones a priori que
imponemos a aquello que nos llega a través de los sentidos. El espacio es la intuición de
mi sensibilidad externa que hace posible la geometría que es una de las partes de las
matemáticas, la otra es la aritmética que es posible gracias a que nuestras experiencias o
vivencias sensibles se dan sucesivamente en el tiempo, que es la intuición a priori de mi
sensibilidad interna.
Ya están encima de la mesa todos los elementos de la estética trascendental. Los
datos de los sentidos llegan “en bruto” a nuestra sensibilidad que les impone unas
estructuras mentales que están previamente en nosotros que se llaman espacio y tiempo
y son intuiciones puras de nuestra sensibilidad. Estas intuiciones a priori permiten dar
una forma a lo que es amorfo, lo que nos llega a través de la experiencia sensible. La información sensorial nos permite avanzar en el conocimiento (es lo que hace posible
los juicios sintéticos) pero el espacio y el tiempo son las intuiciones que pone el propio
sujeto, porque no están en los objetos exteriores; son las que permiten que podamos a
hacer afirmaciones universales y necesariamente verdaderas, gracias a las cuales existen
juicios que además de ser sintéticos son también “a priori”. De este modo, gracias al
espacio y el tiempo podemos hacer juicios sintéticos a priori en la geometría y en la
aritmética (en las matemáticas, en general).
La suma de los datos sensibles y las intuiciones puras que le dan forma universal es el llamado fenómeno. El fenómeno es lo que “se nos aparece”, aquello queconocemos, lo que sea la cosa u objeto sin el espacio y el tiempo que nosotros les imponemos no sabemos. Es una colaboración entre lo que el objeto nos muestra y lo que el sujeto aporta para que sea posible el conocimiento. La cosa en sí, el noúmeno, es aquello de lo que no podemos decir nada seguro pues sólo conocemos aquello a lo que imponemos nuestras estructuras mentales como el espacio y el tiempo.
Esta conclusión es tremenda pues lleva a admitir resignadamente que no podemos llegar a
Esta conclusión es tremenda pues lleva a admitir resignadamente que no podemos llegar a
saber lo que las cosas son en sí, independientemente de nosotros. El límite de nuestro
conocimiento son los fenómenos, más allá de ellos se abre el abismo del noúmeno.
Podemos pensar sobre ello, jamás aspirar a conocerlo.
Si queres continuar leyendo: LA SÍNTESIS TRANSCENDENTAL DE KANT
https://filosofiajaimeferran.files.wordpress.com/2012/04/u-d-11-la-sc3adntesis-transcendental-de-kant.pdf